La Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM debe emanar prestigio, honorabilidad, respeto y credibilidad, pero no así su nuevo titular, un auténtico cazador de letras (recuérdese que él lanzó el reality Caza de letras siendo director de Literatura de la propia Universidad).
Sealtiel Alatriste al encabezar anteriormente Editorial Alfaguara en México (Santillana), organizó en 1997 junto con el diario Reforma el concurso de cuento triste en el cual obtuve con la narración “La mujer rojinegra” una mención honorífica. A partir de la premiación entablé contacto con la editorial y presenté el resto de mi obra para su evaluación y posible publicación.
Nada sucedió. Posteriormente Sealtiel Alatriste fungió como diplomático en Barcelona con una gran cercanía de las Islas Canarias donde radicaba José Saramago. Casualmente la relación entre los dos escritores se afianzó y no fue nada difícil sustraer de los archivos de la editorial mi cuento ¡Últimas noticias! para que sirviera de inspiración al afamado Nobel y desarrollara Las intermitencias de la muerte.
No importa si de las moronas de un cuento se obtuvo una rimbombante novela, tampoco si de una escueta redacción se logró una pieza de mérito, el hecho innoble es el haber tomado sin permiso ni crédito alguno, la materia prima para la reescritura.
Tampoco se trata de una mera coincidencia o desarrollo de una idea universal. Existen varias partes sustantivas del cuento que dan lógica al desarrollo de la novela como son:“No murió nadie ayer”; “en unos de día, en otros de noche”; “nuestros reporteros realizan...una acuciosa investigación en todos los velatorios y hospitales”; “atribuyen la existencia del fenómeno a una variación de la órbita de la Tierra”; “El júbilo era casi general”; “otros intentaron ejercer diferentes actividades, lo mismo que los empleados, gerentes y dueños de velatorios y panteones”; “...sin faltar aquellos encabezados ingeniosos...sumamente llamativos”; “la vuelta a la normalidad y, más que eso, a la naturalidad”; “un trabajador, tras caer desde un piso doce, no se levantó de la acera”.
Todas estas frases fueron transformadas en la novela. José Saramago podrá escudarse en argucias como el cliché, la inter e hipertextualidad, aducir mera inspiración, coincidencia o influencia y sostener que las ideas son universales y esas no se protegen, no obstante el hecho es que la creación es un acto único e individual y basarse en la de otro finalmente constituye un hurto. La novela de Saramago es una obra derivada pero que no puede ser explotada sin la autorización del titular del derecho de la obra primigenia, de acuerdo con el Artículo 78 de la Ley Federal del Derecho de Autor.
Afortunadamente mi cuento ¡Últimas noticias! dentro del compendio La segunda muerte y otros cuentos de fúnebre y amorosa hechura está registrado desde 1986 con el número 8369/86 de la Dirección General del Derecho de Autor hoy INDAUTOR.
A pesar del escenario en que una lucha legal implicaría más de cinco años para demostrar la verdad de mis dichos y otros cuatro años para resarcir los daños inherentes, y también ante las actuales circunstancias de no poder contar hasta ahora con un peritaje literario serio, además obviamente a las limitaciones presupuestarias para la titánica lucha, no se agotan aún los cauces jurídicos (menos los de difusión) y mantengo mi convicción sobre los hechos. No por sorpresivo el hecho deja de tener veracidad. Mi intención no es el escándalo, el protagonismo, la fama o el dinero. Simplemente elemental justicia.